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Esta primavera, la organización celebró 110 años de sostener su misión: servir a los necesitados, abogar por la compasión y la justicia en las estructuras de la sociedad, y llamar a otros de buena voluntad a hacer lo mismo.

La caridad comenzó el día de San Patricio de 1910, cuando un grupo de damas se acercó al obispo Edward Dunne en las escaleras de la catedral de San Patricio y pidió permiso para comenzar un “acto de misericordia”. En esos primeros años, las mujeres vendían sus artesanías en la Feria Estatal de Texas, y luego usaban esas ganancias para dar $1 o $2 a aquellos que venían a la oficina de la iglesia solicitando ayuda.

Ese modelo de negocio funcionaba hace un siglo, pero ha cambiado con los tiempos. Michael Grace, el presidente de CCFW, señaló que la organización ha pasado por muchos ciclos de vida durante su existencia, respondiendo a las necesidades de la comunidad durante cada época particular.

Por ejemplo, durante la Gran Depresión, los voluntarios dieron un paso al frente y abrieron el Hogar Santa Teresa para proporcionar refugio y educación a un número cada vez mayor de niños sin hogar.

Después de la guerra de Vietnam, la CCFW inició programas de servicios a los refugiados para ayudar al gran número de familias que huían del sudeste asiático para buscar seguridad en los EE.UU.

Hoy, según Grace, la organización sin fines de lucro ha girado para ser más proactiva en su enfoque, buscando lo que se puede hacer para resolver el problema de la pobreza, y no sólo reaccionando a los síntomas de la pobreza.

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